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Gestión del estrés para perfeccionistas

by Jhenny Antiques julio 10, 2020

Lo primero que hay que sacar a relucir al hablar de gestión de estrés para perfeccionistas es que se trata exactamente de eso, de gestionar el estrés.

Ese es el problema. No hay nada malo en ser perfeccionista, yo misma lo soy. A todos nos gusta hacer bien nuestro trabajo y ofrecer la mejor calidad en el mismo ¿Cuál es entonces el problema?

El problema viene cuando ese afán de perfeccionismo acaba generando un nivel de estrés que afecta al bienestar emocional de la persona y a su calidad de vida. Y este estrés puede venir dado por diferentes factores: autoexigencia, necesidad de control, inseguridad…

Aparecen entonces los síntomas típicos del estrés y que pueden ir desde los más físicos, como el dolor muscular, los problemas intestinales o los dolores de cabeza hasta los más emocionales, como la irritabilidad, el nerviosismo e incluso síntomas compatibles con la depresión.

Lo adecuado, entonces, es comenzar por saber qué es lo que está originando ese estrés para poder actuar directamente sobre la causa y realizar un trabajo de gestión de estrés mucho más efectivo.

La perfección en el trabajo

La sociedad nos dice que el perfeccionismo es una virtud y algo a lo que debemos aspirar. Pero raramente nos paramos a pensar en cómo se aplica esto a nuestra profesión. Cuando se tiene una responsabilidad muy definida y concreta, es más fácil saber qué es lo que se espera de nosotros en un puesto de trabajo.

Esto no quiere decir que no haya estrés, pero en estos casos el problema del perfeccionista suele venir de querer asumir más tareas para progresar más rápido. Un gran nivel de autoexigencia que hace que sea imposible estar a la altura en todos los niveles de la vida. Surgen así las dificultades para poder compaginar su vida laboral con su vida personal haciendo que siempre se tenga el sentimiento de estar robando tiempo a la una para la otra y viceversa.

Lograr definir ambas parcelas de la vida y delimitarlas correctamente es un trabajo que todos tenemos que realizar en algún momento de nuestras vidas, pero que a veces no es sencillo llevar a cabo sin ayuda. Porque, en algunos casos, lo primero que hay que ser capaces de delimitar es nuestra propia capacidad y rebajar esos niveles de autoexigencia

Otro caso es el de las personalidades perfeccionistas hasta el extremo quieren controlar todo el trabajo y supervisar hasta el más pequeño detalle, lo que hace que se generen unos niveles de estrés muy altos. Según se van escalando puestos y se asumen diferentes responsabilidades el estrés aumenta, ya que controlar todo el proceso es muy complicado y es imprescindible delegar. Y esto es algo que el perfeccionista puede no llevar del todo bien.

Esto conlleva trabajar en un cambio en la forma de ver las cosas y en lo que uno considera que es un trabajo bien hecho. Tal vez, plantearse que realizar bien un trabajo cuando se ejercen determinadas responsabilidades no sea el ejercer un control total sobre todo el proceso, sino lograr una buena coordinación entre los diferentes miembros del equipo y realizar una correcta distribución de las tareas. Dicho de otro modo, trabajar para pulir esa personalidad altamente controladora.

Perfeccionismo e inseguridad

Tras el perfeccionismo de muchas personas se esconde, con frecuencia, otro problema muy importante: la inseguridad. Mi experiencia me ha enseñado que la mayoría de las personas perfeccionistas son también personas muy inseguras que tratan de compensar esas dudas que tienen sobre su propia valía con trabajos que, por más que se esfuerzan, nunca consideran que estén a la altura.

Incluso pueden buscar el reconocimiento a través de su trabajo para lograr aumentar así su autoestima. Detectar este problema de inseguridad y trabajar en la autoconfianza ayudará a que los niveles de estrés se reduzcan y se consiga un mayor bienestar emocional y crecimiento personal.

¿Cómo lograr ser un perfeccionista en el sentido más positivo?

Desde el primer momento he dicho que ser perfeccionista no es malo, por tanto no se trata de evitar serlo, sino de serlo de una manera mucho más positiva y mucho más equilibrada. Trabajando en esos aspectos que hacen que el tema “se nos vaya de las manos” y se convierta en un problema, en una fuente de estrés.

Una forma de hacerlo es mediante el autoconocimiento. Mirar hacia adentro para conocerse mejor y detectar qué se esconde tras ese exceso de perfeccionamiento puede ayudarnos a corregirlo. Tal vez, puedas ver todo desde una perspectiva diferente que te ayude a relativizar ciertas cosas y a conseguir una mayor seguridad en tí mismo.

Un trabajo arduo, pero muy satisfactorio, que te conducirá a un mayor equilibrio interior y a un bienestar emocional gracias a la gestión de estrés para perfeccionistas. Un camino que debes de recorrer tú mismo, pero para el que yo puedo ejercer de guía y darte las pautas para iniciar esta ruta.

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